jueves, 21 de agosto de 2008

EL VIAJE DE LA ABUELA (Alicia Yánez Cossío)

Autor

Narradora, poetisa y periodista ecuatoriana, (1929). Autora de varios textos narrativos protagonizados por personajes femeninos
Visite: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/y/yanez_alicia.htm

Resumen de la obra

Un par de abuelitos estaban muy tristes porque sus nietos Timi y Daniel habían retornado a Europa en compañía de sus padres. Los días pasaban y ambos se observaban a cual cara más triste, la abuela lloraba. El abuelo se compadeció de ella y le contó que tenía unos ahorros; pero que no eran suficientes para que ambos viajaran y que en todo caso ella iría sola. La abuela saltó de alegría y rápidamente el abuelo se arrepintió de lo que dijo, afirmando que era peligroso que ella viajara porque nunca había hecho las cosas sola. Después de tanta discusión llegaron a la conclusión de que el viaje sí se realizaba.

Gufi, el perro; Carolina, la tortuga; Lucía, la gallina y Claudio, el gallo habían estado oyendo muy atentos la conversación de los abuelos, y enterados de que la abuela viajaba a ver a sus nietos, se lamentaban. Ellos también querían ver a sus amiguitos; pero eso era algo imposible. Desde aquél día empezaron a seguir a la abuela por toda la casa en fila india y a ésta se le partía el corazón, sabía lo que querían.

La abuela preparaba su equipaje muy feliz y el abuelo salía a realizar todos los trámites que se necesitan para viajar. Hasta que llegó el día de partir. La abuela observaba a los animalitos y viendo los ojos de Gufi con mucha tristeza y le dijo: _ ¡No me pongas esa cara!

Llegó la tía Carmelina para recoger a la abuela y llevarla al aeropuerto. En el camino iba dándole todas las recomendaciones necesarias para su viaje, ya que la tía tenía mucha experiencia en viajes, porque su mayor ocupación era conocer diferentes países. El abuelo se quedó en casa porque así lo habían acordado ya que las despedidas son muy tristes.

La abuela llevaba: su maleta, un bolso y una canasta. En el aeropuerto nadie le dijo nada porque respetaban mucho su edad y ya se sabe que las abuelitas son muy curiosas en sus equipajes. ¿Pero qué llevaba en la canasta?, nada menos que a Gufi, Carolina y Lucía. Claudio se quedó porque era muy miedoso y además peleaba mucho con Lucía. Si estos discutían en el avión, harían un alboroto y de hecho que la abuela sería descubierta con los animales en la canasta.

Ya instalados en el avión, a la abuelita le tocó de compañero de asiento: un señor muy serio con cara de pocos amigos y a ella no le convenía esa compañía. Entonces sacó de su bolso una cajita que contenía picadura de tabaco del abuelo. La abuela se humedeció los dedos con saliva, cogió un poco de picadura tabaco y se lo aplicó en la nariz y al instante... _ ¡Aaachitsss...! El señor se levantó de inmediato y solicitó a la azafata que le cambiaran de asiento porque la abuelita estaba estornudando y no deseaba terminar contagiado. Fue así como la abuela se quedó sola y colocó su canasta en el asiento vacío. De esta manera sería muy difícil que descubrieran el contenido de aquella misteriosa canasta.

Pasaban las horas y todos los ocupantes del avión se quedaron dormidos, incluyendo a la abuela. Gufi se da cuenta de aquello y decidió salir a echar un vistazo. Carolina y Lucía no estuvieron de acuerdo con esto. El perro husmeaba por todas partes, cuando se escucho un grito: ¡Una rata! La Azafata acudió en ayuda de una señora muy alterada y le aclaró que en los aviones no hay ni ratas, ni mosquitos. La señora muy molesta contestó que ella la había visto. Pero lo que vio fue la punta de la cola de Gufi que había corrido a esconderse nuevamente en su canasta.

Cuando Gufi llegó a la canasta muy asustado, Carolina muy molesta le recriminó lo sucedido y le contó que Lucía había salido tras él y no había regresado. ¿Dónde estaría Lucía? Había salido a poner su huevo, se sentía muy angustiada porque en la canasta no podía hacerlo por la incomodidad. No encontró mejor lugar que dentro de la gorra del capitán de la nave que estaba durmiendo.

Al amanecer, ya se encontraban en el Aeropuerto Internacional de Barajas. Todos despertaron ya que la azafata abrió las cortinas. La abuela despertó muy tranquila y observó a los animalitos tranquilos dentro de la canasta: ¡Qué lindos son! No tenía idea de lo que había sucedido. La azafata la observaba mucho y ella sintió aquella mirada muy extraña, poniéndose así un poco nerviosa.

Al bajar los pasajeros del avión, se pusieron en fila para pasar por las aduanas. La azafata que no le quitaba la mirada de encima… En ese instante la abuela se sintió descubierta ya que observó que la azafata hablaba con un guardia y le señalaba con el dedo.

Entonces el policía se le acercó y le dijo:
_ Pase usted primero
_ ¿Yooo…? ¿Por qué?-preguntó la anciana
El guardia la cogió del brazo, la sacó de la fila, le quitó el comprobante del equipaje e hizo que revisaran su pasaporte y le pusieran todos los sellos. Cuando todo estuvo en orden sin quitarle la mano del brazo, abrió la puerta y le dijo: _ ¡salga!
_ ¿A dónde? –preguntó la abuela. Estaba a punto de llorar y pensaba: todo por culpa de esa azafata.

Cuando cruzó la puerta, observó una multitud ansiosa, esperando a los viajeros y escuchó las voces de sus nietos que decían: _ ¡Abuela, abuelita! Lo que sucedió es que la azafata la observó muy cansada y le pidió al guardia que a ella la atendieran primero ya que era una persona de edad mayor.

Y fue así como la abuelita, llegó a Europa, donde estaban sus nietos y logró llevar a los animales para la alegría de sus nietos.


Comentario

El viaje de la abuela, es un cuento constituído por 83 páginas, de letras grandes, muy claras, fácil de leer con muchas ilustraciones que tranquilamente atrapan al lector.
Un tema muy divertido, ya que el personaje, es una abuela traviesa que está muy anciosa de reunirse con sus nietos para seguir jugando y hacer de la casa, un laberinto.

Patricia
epat_ugarte@yahoo.com